lunes, 13 de febrero de 2017



LEYENDA DEL ARROYO DE LOS MUERTOS

         En estos párrafos presento una de las leyendas más hermosas y apasionante que nos han dejado como legado histórico nuestros antepasados. Aquí presentamos en estas palabras la historia conocida como “Leyenda del arroyo de los Muertos”. Con ésta podremos apasionarnos y engancharnos por cada momento que vayamos avanzando en su lectura, provocándonos esta historia un despertar en nuestros sentimientos de amor y tristeza más profundos, llegando a hacernos protagonistas del propio transcurrir del suceso que se narra. A continuación paso a ilustrar aquella leyenda que se mantiene pasando de generación en generación haciéndose latente aún en nuestros días. 


Se nos ha contado que hace muchos años existía en la Villa de Chillón una casa con una ventana, en la que habían quedado sellados los dedos de una doncella en sus fuertes rejas. Nadie recordó a quien pertenecieron aquellos dedos marcados, pero muchos sí conocen esta famosa historia de la joven que pasó toda su vida asomada a esa misma ventana y repitiendo, una y otra vez, la frase “vendrá, me ha dicho que vendrá”. Éste será el motivo que dará el nombre de la “Casa de la eterna espera”, donde se produce esta triste leyenda.

En aquellos tiempos, donde la forma de transporte era arcaico y tradicional, por lo que para desplazarse desde la aldea de Los Palacios de Guadalmez hasta la Villa de Chillón, en cuya jurisdicción se encontraba,  se utilizaba un camino que transcurría por el Puerto de la Virgen, pasando por La Nava de Santiago, cruzando así el llamado, Puerto Mellado, y deslizarse por los Cerros de Chillón, llegando a los pies de la sierra de la Virgen del Castillo y a poco más, se produce su entrada en la villa.

En esa época, vivía en la aldea un mozo, huérfano de padre, que con su labor y dedicación en el campo, sacaba adelante a su madre y dos hermanas. La historia nos cuenta que en una de aquellas visitas a Chillón, se enamoró de una joven, de claros ojos azules, piel suave como la seda y sus cabello azabache, dándole promesa de matrimonio, por lo cual, cuando sus labores agrícolas y las obligaciones familiares se lo permitían, iba a visitar a su joven amor a la reja donde le esperaba, para sumergirse los dos jóvenes en un mundo de promesas y gozos.

Un domingo primaveral de abril, cuando el campo despierta en colores, con el despertar de su flora y fauna, que tras un periodo invernal se encontraba paralizada por el fuerte frio de dicha estación, aquel mozo zagal de Guadalmez, vestido con su mejores prendas y calzado con sus botas nuevas, recogió los cuatro ramos de flores que su madre le había dejado preparado sobre la mesa, y tras besar a su familia, se encaminó por el viejo camino de Chillón para ver a su amor.

         Dichos cuatro ramos tenían un destino diferentes determinado, los ramos de flores, con unas enormes margaritas blancas, los que portaba por petición de su madre, los cuales debían de ir depositándose en aquellas ermitas que debía de cruzar por el camino que le dirigiría hasta aquellas rejas en las que le esperaba su futura esposa. Dichas tres ermitas que jalonaban el camino: Nuestra Señora de los Remedios, Santiago y Santo Domingo de Silos, ermitas que han desaparecido con el paso del tiempo, pero que se nos han quedado su constancia en las fuentes documentales. Pero el último, de aquellos cuatro ramos, iba dirigido para la dueña de su corazón.

Tras salir de la aldea, depositó el joven su primer ramo a los pies de la imagen de la Virgen de los Remedios y echando un trago de agua del arroyo que por allí corría, se dispuso a subir el agotador puerto. Hermoso se veía desde allí el valle, y contemplaba el trigo verde que estaba creciendo y tanto trabajo le constaba la labranza de la tierra. Pero cuando llegase la época de la cosecha, sus frutos le permitirían finalmente poder celebrar la boda que tanto ansiaba.

Continuando con su camino, tras descender el collado se percató de la presencia de un lobo, que merodeaba por allí, llevándole a la necesidad de tomar una piedra, se la lanzó al cánido para asustarlo. Pero éste le mantuvo la mirada y ni siquiera se movió de su sitio. Aquel suceso le extrañó al  joven mozo, porque lo normal es que un animal solitario hubiese echado a correr ante la presencia del hombre, pero olvidándose del lobo, continuó su camino, hasta llegar a los pies de un arroyo, que corría su caudal entre arbustos y matas. Pero fue un gruñido lo que le hizo a él girar su cabeza, para descubrir que tras él iba una manada de lobos, que comenzaron a rodearle allí mismo, junto al arroyo. Comprendía porqué aquel lobo no había huido, y sus pensamientos se desplazaron de repente a aquella ventana de una casa, donde tras una reja forjada y unas macetas, le esperaba el amor de su vida su llegada. Momento en el que se quedó su corazón paralizado.
Un pastor, que por allí pasaba horas más tarde, sólo encontró unas botas nuevas y margaritas teñidas de rojo flotando en el arroyo. Al ir a coger las botas sobre la hierba, lo que dentro de ellas encontró le dejó sin habla para el resto de sus días.

Cuenta la leyenda, que todos los años, por el mes primaveral de abril, florecen unas curiosas margaritas de tonalidad carmesí, junto a las ermitas de Santiago y Santo Domingo, pero mientras, otra joven flor de tallo más carnoso, se marchita, agarrada a los barrotes de una reja, esperando ver aparecer al mozo que le dio promesa de matrimonio y lo saque de esa prisión. Prisión de tristeza, amor, sufrimiento, dolor, perdida, etc… donde esta joven doncella se quedó esperando de por vida la llegada de su amor en la reja, dejando por ello marcado los dedos en la reja, unos dedos de dolor y sufrimiento que le acompañó de por vida, y que terminará perdurando su historia / leyenda en el tiempo, conociéndose con la llamada “Leyenda del arroyo de los Muertos”.
         Como hemos podido leer en este fragmento, donde se nos muestra la historia de estos jóvenes enamorados, cuyo amor se vio truncado por unos lobos. Éstos que destrozaron el corazón de una joven que esperaba a su amor tras la reja y la condenaron a una prisión de “espera eterna”. En esta historia podemos reflexionar lo hermoso de tener el amor de otra persona, así como amar con pasión y orgullo a tu pareja, por la cual arriesgas todo por estar junto a ella haciendo frente a temores, miedos y peligros, luchando con todas tus fuerzas y arriesgando incluso hasta tu propia vida por el triunfo del amor.  





 

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