EL PALACIO DE SEGISMUNDO MORET Y PRENDERGAST
En las proximidades y confluencia de los valles de Alcudia, los Pedroches y la Serena, se lleva a finales del siglo XIX la construcción de un palacio de estilo neoclásico, como ya cité anteriormente, como lugar de residencia y retiro temporal para una de las figuras más relevantes e importantes de la política española de finales del siglo XIX y principio del XX, Segismundo Moret y Prendegast (Cádiz 1833-Madrid 1913).
Moret fue un gran político español liberal en pleno siglo XIX, momento clave en la historia de España cuando se inicia la construcción del Estado Liberal dejando atrás el Antiguo Régimen. Elegido diputado por Almadén en la provincia de Ciudad Real en 1863 y reelegido tras el derrocamiento de Isabel II en 1868 con la “Revolución Gloriosa”, Moret formará parte en la elaboración de la nueva Constitución en 1869. El exilio forzoso de los borbones con Isabel II, le llevará a Moret a tomar gran protagonismo en la vida política española en pleno sexenio democrático. Durante el corto reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873), ocupará los cargos de ministro de Ultramar y Hacienda. Tras el fin de la I República española en 1874 y la restauración borbónica a finales de año con Alfonso XII, hijo de Isabel II, Moret se convierte en ministro de Gobernación, pero la temprana muerte de Alfonso XII en 1885, llevó a su segunda mujer María Cristina de Habsburgo asumir la regencia, ya que se encontraba embarazada del futuro Alfonso XIII. En estos momentos Moret pasará por diferentes cargos y responsabilidades; ministro de Estado, ministro de Fomento, ministro de Ultramar y Gobernación. Por último, durante el reinado de Alfonso XIII, Moret se convertirá en 1909 a petición del rey en presidente del Consejo de ministros (presidente del Gobierno) y finalizará su carrera política siendo presidente del Congreso de los Diputados en 1912[1].
Una vez presentada la figura de nuestro protagonista de la historia y de su “Cursus honorum” en la vida política española del siglo XIX-XX, iniciaré un análisis de dicho palacio o palacete de estilo neoclásico que podemos contemplar y que nos acerca a las construcciones palaciegas de la época impulsada por la rica burguesía adinerada del país. La construcción del palacio se inicia a finales de la década de 1880, su arquitecto fue Ruperto Ramírez, el cual inicia su construcción siguiendo el estilo refinado de las clases pudientes burguesas que buscan recuperar las formas clásicas con este neoclasicismo arquitectónico.
El palacio construido en piedra y ladrillo rojo se alza sobre una planta rectangular con tres pisos de altura y una cubierta a dos aguas. Junto a dicho edificio se le adosa una torre coronada y rematada con unas almenas, donde se encuentran las escaleras que permiten la comunicación entre las diferentes plantas. La estructura del edificio se asienta sobre un primer nivel, a modo de plinto o zócalo donde se sitúa el sótano, y sobre éste se estructuran los dos cuerpos superiores separados por una pequeña moldura y remate en ladrillo rojo, mismo material que se usa para la decoración de los dinteles, jambas y mochetas de las ventanas, así como la puerta de acceso al palacete. En las dos primeras plantas con amplias ventanas rectangulares se sitúa las estancias señoriales y de residencia, mientras que su tercer cuerpo con las funciones de buhardilla se encuentra decorado con pequeñas ventanas ovaladas, que decoran el último nivel de la fachada. Dicha fachada está rematada con una cornisa que rodea todo el perímetro del edificio en ladrillo rojo. En su lado Este del edificio se encuentra un pequeño cuerpo de planta cuadrada adosada al palacio donde se encuentra una pequeña terraza, que comunica con el palacio a través de una puerta rematada en ladrillo rojo.
La decoración interna del palacio y
su zaguán de entrada se muestra con una rica ornamentación, donde se conservan
restos en algunas paredes y techos, elaborados con yesería en sus techos
adintelados, donde se representan motivos vegetales, florones y plafones de
donde colgaban las lámparas, pequeños querubines que decoraban los techos,
restos de pinturas en sus paredes y techos, papel decorativo en habitaciones,
etc…. El palacete contaba con chimeneas en los salones de invierno y verano, las
cuales estaban realizada en granito sin mucha decoración, tan solo la letra “M”
de Moret.
Para acceder al palacio se pasa en primer lugar por un pequeño jardín cercado con una valla de forja y una puerta o cancela a dos hojas del mismo material, franqueada por dos postes en ladrillo rojo y a la que se accede por una escalinata para entrar. Dicho jardín decora la parte frontal del palacete, y se sitúa entre el palacio y la pequeña ermita de planta rectangular que se encuentra en primer plano. Dentro del jardín y antes de entrar por la puerta del palacio se sitúan dos columnas en hierro a ambos lados de la puerta con capiteles de estilo corintio, no tiene ninguna finalidad arquitectónica, sino simple decoración y simbología, ya que dichas columnas son un elemento simbólico de la logia de los masones, las cuales tienen su origen y simbología en las columnas del templo del rey Salomón, las cuales simbolizan la fuerza y la estabilidad. Moret formaba parte de la logia de masonería de Madrid “El Progreso nº1” ya en 1885, formando parte de sus 54 miembros y ocupaba el cargo de Orador Honorario[2].
La ermita de planta rectangular de una sola nave cuenta con una cubierta a dos aguas, construidos sus muros en piedra y encaladas se encuentra sencillamente decorada en su fachada o frontispicio con una puerta en arco de medio punto elaborado con ladrillo rojo, sobre el que se abre un pequeño “ojo de buey” y coronada por una pequeña espadaña en ladrillo rojo, donde posiblemente se situase una pequeña campana, y se remata con una veleta.
Junto
al palacio se alzaron diferentes estancias y viviendas para los pastores, así
como establos para el ganado, cuadras, caballerizas, graneros, patios, etc… los
cuales siguen la forma de los cortijos andaluces, tierra de origen de Moret. Segismundo
fue un gran propulsor de la ganadería y la agricultura en el siglo XIX, donde puso
en práctica en sus propiedades el desarrollo, innovación y mecanización del
campo, que permitieron una mejora en la producción y el crecimiento, pues en
pleno siglo XIX el objetivo fue el crecimiento económico y activar el proceso
industrializador de España. Observamos también que por dicha finca cruza el
ferrocarril impulsado en España desde 1855, motivo que aprovechó Moret para
aproximar el ferrocarril a sus propiedades y así poder llevar un transporte más
fácil y rápido por el tren desde sus propiedades.
Tras
la muerte de Moret estas tierras y el palacio pasaron a propiedad de la familia
Márquez de Prado de Chillón, en concreto a doña Fernanda de Mena y Morillo, y
su marido don Fernando Márquez de Prado Chacón. Terratenientes y propietarios
de diferentes propiedades en la villa de Chillón y sus alrededores, como el
Quinto los Manchones, en Chillón, o La Ribera que está en la carretera hacia
Saceruela.
Como conclusión quiero hacer referencia a la importancia de conservar, cuidar y respetar el patrimonio histórico, artístico y cultural de España, y sobre todo más cercano a nosotros el de nuestro pueblo. Dicho palacio es una verdadera joya de la arquitectura del siglo XIX neoclásica, la cual debemos de preservar para las generaciones futuras, que puedan contemplar dicho conjunto arquitectónico de este palacio, por lo que debería de ser declarado y conservado como un Bien de Interés Cultural de nuestro pueblo y nuestra comarca.
[1] González Sánchez, J.J.: “Segismundo Moret presidente del Consejo de Ministros de España: Cuestión Social y Liberalismo”, Ed. Cinca, Madrid, pp. 224.
[2] Carlos
Ferrera Cuesta: “Segismundo Morte y la conspiración masónica”, en J.A. Ferrer
Benimeli, (Coord.), La masonería española en la época de Sagasta, XI, Symposium
Internacional de Historia de la Masonería Española, Logroño, 2007, vol. I, pp.
455-470.